Darle biberón, lactar, suministrarle fórmula, cortarle el consumo de leche materna a los seis meses, etc. no te hará buena o mala mamá. Entendemos que la nutrición de tu hijo ha sido, es y será tu mayor preocupación durante los próximos meses y por ello, hoy te daremos las herramientas para que tomes una decisión savvya y con argumentos basados en la ciencia. Y será una propuesta que aplicará para tu hijo y para ti.

Sorprendida? ¡No te asustes! Cuando decimos que la alimentación de tu hijo podrá incidir sobre tus decisiones en la mesa, no implica que sea la nueva ‘dieta de moda’ o la ‘técnica milagrosa e infalible para decirle adiós al peso extra’; tampoco que deberás ajustar tus porciones a las mismas que le das a tu bebé. Se trata, más bien, de los hábitos que estás creando en tu nuevo compañero de vida.


Seguramente, tu primer debate como madre será: ¿Soy mala mamá, si no puedo lactar y debo darle fórmula?; el segundo te llevará a cuestionarte si es realmente imprescindible, o no, ‘iniciarlo’ en el amargo mundo del azúcar, y así sucesivamente con la alimentación complementaria (¿cuándo introducirla?, ¿solo le preparé sopas y batidos?, ¿el Baby Led Weaning es el mejor método?, ¿debo, sí o sí, cortarle a mi bebé la leche materna? etc.) y otros dilemas nutricionales que, si bien son numerosos, tienen un denominador común: la búsqueda del bienestar y la salud óptima de tu bebé.


Entonces si para él solo quieres lo mejor, y estás trabajando en ello (así ello te implique sacrificios como, dormir aún menos de lo que ya duermes), preguntando y estudiando a cerca de cada modelo nutricional, del etiquetado de los alimentos, las medidas, las porciones, etc. ¿Por qué no haces lo mismo por ti? Y, como verás al final de este post, serán decisiones no solo por y para ti, sino para los dos o los tres (con tu esposo), porque la instauración de hábitos saludables en tu hijo, a través del alimento, parte de ti; de tus propias acciones, de tu ejemplo.
Sobre ese tema volveremos más adelante; ahora, te invitamos a que conozcas algunas herramientas para que tomes savvyas decisiones en torno a la alimentación de tu hijo, según su etapa del desarrollo. 

¿Leche materna o fórmula?

Ya está más que comprobado científica, médica y empíricamente: la leche materna debe ser el único alimento que le suministres a tu bebé desde el momento de su nacimiento hasta los seis meses; a partir de esa etapa comenzarás su alimentación complementaria que, como su nombre lo indica, es un C O M P L E M E N T O, algo adicional a lo que ya vienes dándole: tu propia leche.
Queremos aclararte por qué debe ser el alimento exclusivo en la primera parte de la vida, más allá de su rol como imán vivo entre madre e hijo, en tanto refuerza el vínculo entre ambos:

Primero. No solo es el único alimento que tolera el delicado sistema gastrointestinal del neonato sino que, además, es el superalimento por excelencia ya que contiene el balance perfecto de ácidos grasos y omegas, glucosa (ojo, es GLUCOSA, no azúcar, ni fructosa…), carbohidratos, proteínas, vitaminas y nutrientes que requiere tu bebé.

Segundo. Es su garantía de inmunoprotección al ser el factor preponderante en la colonización de su intestino por bacterias que inician el proceso de formación del sistema de defensas. Esta microbiota que recibirá tu hijo en los primeros meses de vida –y que será trascendental para evitar o modular la aparición de enfermedades a largo plazo–  solo puedes suministrársela tú, mediante cada toma. Y son numerosos los estudios que lo demuestran, como este: (incluir link: https://academic.oup.com/glycob/article/22/9/1147/1988076) que explica, literalmente, por qué “cada bebé necesita una sugar mama”.

Y Tercero: Será la única y más eficiente alternativa para que puedas ayudarlo a dar el paso hacia la siguiente etapa: la de la alimentación complementaria. “Toda esta microbiota provista a través de seis meses de lactancia exclusiva preparará a su organismo asimile los nutrientes, las grasas, las proteínas, azúcares y omegas que deberán llegarle al bebé mediante los nuevos alimentos que empezarás a introducir”, explica nuestro director científico, el doctor Carlos Jaramillo.
Si bien es de vital importancia, entendemos que la lactancia puede no llevarse a cabo en algunos casos específicos, como cuestiones médicas o deficiencias de tu propia anatomía (hay mujeres que nacieron con los pezones invertidos y por ello, lactar a tu bebé te resultará doloroso y casi que imposible).
Para estos casos (que, ojalá, estén realmente justificados por la medicina y no tanto, por la vanidad, las falsas creencias o las viejas tradiciones) siempre habrá alternativas reales que te permitirán tomar una muy savvya decisión. Una de ellas y, quizás, la mejor para garantizarle a tu hijo la biodisponibilidad del primer superalimento de su vida, es solicitarle a otra lactante que alimente a tu bebé con su leche.
La segunda opción –no la mejor, pero al menos es una respuesta a tu S.O.S.– será acudir a una fuente animal, como la vaca o la cabra (la leche de esta última es la más similar a la humana).Pero si agotaste los anteriores cartuchos, la última opción será la fórmula creada en el laboratorio, por la industria farmacéutica. “Puede ser la opción hasta los seis meses, siempre y cuando se hayan agotado todos los recursos posibles”, explica el autor de El Milagro Metabólico, quien enfatiza en la necesidad de “no satanizar las leches, pero sí buscar la mínima frecuencia y cantidad de consumo de las leches de fórmula”.

Y después de los seis meses, ¿puedo, o no, dejar la fórmula?

Aún no será muy prudente y te recomendamos ser cauta en esta etapa de tu bebé, como lo sugiere nuestro director científico, el doctor Carlos Jaramillo: “Si bien a los seis meses ya hay suficiente capacidad de deglución y digestión para tolerar los alimentos que provee la tierra (lo cual hace innecesario seguir dándole ese tipo de fórmulas que, tristemente, contienen azúcares exagerados y aceites de los mismos en los que se fríen las papas de paquete), primero hay que revisar la capacidad de digestión del bebé”.

Entendemos que, si te viste obligada a darle leche de formula a tu hijo recién nacido –por el motivo que haya sido– querrás que empiece pronto la etapa de alimentación complementaria para sacar la fórmula de la dieta de tu hijo y dejarla a merced, única y exclusivamente, de los alimentos de la tierra.

Sin embargo, como lo explicamos más arriba, los alimentos reales, de la tierra, que él aprenderá a consumir a través de tu ejemplo, serán adicionales a la leche que le has dado desde el momento en que lo recibiste en tus brazos.

Puede que en ese momento sí puedas lactar (por ejemplo, si no producías leche por seguir hábitos inadecuados de alimentación, como una hidratación pobre y una baja ingesta de proteínas) o encuentres una mamá cerca que pueda suministrarle su leche a tu hijo. ¡Podrás intentar volver a la leche materna! ¡Inténtalo! Pero eso sí, no te aseguramos que tu hijo acepte este cambio.
Te preguntarás si las bebidas vegetales (de coco, almendra, nuez o marañón, por ejemplo) preparadas por ti podrían ser otra salida, si bien ya no para erradicar de tajo la fórmula, pero sí hacer menos frecuente su consumo, algunos estudios han demostrado que no son buenas ideas.

Por ejemplo, el estudio desarrollado por un grupo de médicos españoles y titulado Errores dietéticos en el lactante: las bebidas vegetales, que analizó 74 marcas de bebidas vegetales comercializadas en España (24 de soja, 14 de arroz, 12 de almendras, 16 de avena y 8 de horchata de chufa) y su impacto en el desarrollo del bebé, concluyen que estas presentan muy pocos –o casi nulos– aportes de sodio y cloro, ciertos lípidos, proteínas, vitamina D, calcio, lactosa (y en cambio, excesivas cantidades de azúcares monosacáridos y disacáridos) y hierro.

Además, los expertos en pediatría y endocrinología pediátrica, como el doctor Juan Pablo Llano, aseguran que antes del año los bebés no podrán hacer una absorción completa de los alimentos y probablemente, si bien es cierto que este tipo de bebidas pueden ser útiles como un complemento, en el grupo de edad entre seis meses a un año no podría reemplazar la leche de fórmula. “Hay quienes no pueden lactar y quieren evitar el exceso de azúcares y tampoco caer en la fórmula y ven en las opciones vegetales la alternativa, por ejemplo, de almendras. La experiencia asegura que en esa edad cuando se intenta cambiar el origen de las leches, el bebé sí termina presentando algún tipo de carencia nutricional. Seguramente, para más adelante será útil, mientras que para 6 a 12 habría que actuar con precaución”, explica el doctor Llano.

Pero desde su enfoque de la medicina funcional y el estudio de la bioquímica de la nutrición, el doctor Carlos Jaramillo ofrece una interesante opción. “Si uno se pone juicioso a sacar cálculos y a hacer cuentas, la bioquímica puede darte opciones para sustituir el biberón de leche de fórmula, de vaca, cabra u oveja (que tiene una la caseína más compatible y tolerable para el niño), por uno de leche de coco preparada en casa (el tipo de grasas que le aporta es muy similar al que le aporta la leche materna); y si te quieres poner más especifica, podrías mezclarle un pedazo de aguacate o un tipo de buen omega líquido y casi haces el calculo exacto y específico”.

Ya saldado el tema de nutrientes y aportes, surge un nuevo obstáculo: la adherencia de tu hijo a tu poderosa bebida. Debido al efecto del azúcar de la fórmula, no solo en su sentido del gusto, sino también a nivel hormonal y cerebral, la adherencia a la leche humana será bastante compleja. Precisamente, el azúcar ha sido el gran problema cuando los especialistas en nutrición, endocrinología, y medicina funcional pediátricas abordan la opción de suministrarle, o no, leche de formula al bebé, pues es el responsable de que tu hijo desarrolle una dependencia al mismo, aun desde que nace.

“Entre más temprano consuma leche de fórmula, más pronto creará esa dependencia al azúcar (le aporta ese sabor que no le da la leche materna) y por ello, si se intenta retomar la leche materna a los seis meses, será muy difícil lograrlo”, explica, nuestro director científico, el doctor Carlos Jaramillo.
En conclusión, como en los bebés de seis a doce meses no hay certeza absoluta sobre su estado de desarrollo gastrointestinal, no será posible intentar prescindir de la fórmula o la leche animal; de hacerlo, probablemente, se presentarían algunas deficiencias de nutrientes que requerirían, necesariamente, acudir a cualquier tipo de leche como fuente de hierro, por ejemplo.

“A partir del año, está comprobado que podrás prescindir de la fórmula y concentrarte cien por cien en la alimentación de la tierra –añade el autor de El milagro metabólico–; en la medida que la madre y el padre le creen buenos hábitos alimenticios a su hijo, mediante su propio ejemplo, rápidamente la fórmula dejará de ser necesaria”.

¿Vale el modelo Baby Led Weaning?

Sí; desde los seis meses, como alimentación complementaria, será ideal para tu hijo; y a partir del año será su puerta de ingreso a la comida de la tierra y a entablar una relación amigable con su alimento por el resto de su vida.

Al partir del principio de tener una buena relación con la alimentación, el modelo alimenticio también conocido mediante sus iniciales en inglés como BLW, incita al bebé a manipular los alimentos y sentirlos de forma distinta, sin que eso te genere la preocupación de que se atorará pues deberás ponerle en su plato trozos y preparaciones específicas para su capacidad de deglución.

La idea del BLW es que tu hijo se relacione con la información que pondrá en su interior y por ello, requiere que sea alimento en su origen (piensa en la época en la que no existían las licuadoras o procesadoras y era imprescindible suministrarle, al bebé, el alimento en porciones y formas lo más natural y original posible).
Entre sus claves están:

Haz cortes del tamaño y forma de tu dedo en alimentos que no sean fibrosos (como el mango, el pollo o la carne) pues no te será posible hacer estos bastones. Opta por hacerlos en banano, aguacate, zanahoria cocida al vapor (fíjate que puedas cortarla con tus primero y quinto dedo; así sabrás que las encías de tu bebé podrán cortarla y rasgarla).
Incluye árboles de brócoli o coliflor al vapor, troncos de ahuyama o batata, de papa o de arroz (haz rollos de este, humedeciéndolo ligeramente con agua) que tu hijo poda coger del plato y llevar a su boca.

Excelentes opciones para mejorar su deglución son la manzana sin cáscara, cocida al vapor y cortada en troncos.

No será buen momento para darle pollo o carne a tu hijo, por ser alimentos fibrosos; pero el aporte de proteínas podrá recibirlo del huevo y el pez. “Se calculan dos gramos por kilo de tu bebé para el día entero. Si tu hijo pesa cinco kilos, requerirá diez gramos de proteína al día –explica el médico funcional Carlos Jaramillo–. Entonces, sabes que un huevo tiene más o menos siete gramos de proteína. Las tablas de proteína te van mostrando las equivalencias y vas notando que no es ‘mucha comida traída de los cabellos’ y que él aprenderá a llenarse mejor”.

Almendras, brócoli y ajonjolí tienen calcio diez, 15 o veinte por ciento por encima de los lácteos. Pero ¿funcionan con tu hijo de seis meses? ¡Por supuesto! Pero ten en cuenta que no le darás almendras, pues se atorará; un poco de crema de almendras es una buena opción. Las cremas de nueces, los troncos de brócoli en BLW les gustan mucho a los bebés y son un magnífico aporte de calcio.

No le des jugos de frutas; prefiere la fruta entera o en bastones. “Antes cuando la alimentación era tan básica, de únicamente frutas y vegetales licuadas aparecían las grandes carencias, pues la proteína se introducía mucho más tarde”, añade nuestro director científico, el doctor Carlos Jaramillo.

Otra buena opción para su consumo de proteína son las proteínas en polvo, como nuestro Vegggie Power. ¿Qué tal unos pancakes o unos waffles para ti y tu bebé?.

¡Mucha agua! Y líquidos sin azúcar en general. Nuestros Savvy Great Day® y Renew® pueden darte buenas opciones para refrescarlo y brindarle un aporte de magnesio y colina, respectivamente, a tu hijo. Así mejorará su descanso e inclusive, podrás prepararle unas paletas de limonada de coco; te serán muy útiles cuando comience la dentición.

Recuerda que se trata de ser creativa y de despojarte de creencias que han perdido vigencia (por ejemplo, creer que no podrás darle nueces o frutos secos a tu bebé, mucho menos huevo, por riesgo de alergias). “Es un niño de seis meses o de siete meses, no es el de dos años o dos años y medio que empieza a aburrirse de la comida; ellos comen lo que le das y si armas los grupos nutricionales con los alimentos enteros, directos de la tierra recibirás otro gran beneficio: uno va a cualquier parte y en cualquier parte encuentra comida entera, de la tierra y por ello, si tu hijo desarrolla este vínculo con la comida real, fácilmente comerá y no será exigente ni problemático porque la comida no está caliente, porque no se consigue tal o cual alimento, porque no hay licuadora, etc.”, puntualiza el doctor Carlos Jaramillo, nuestro director científico y autor de El milagro metabólico.